De obligada lectura antes de proseguir el viaje

Los textos que encontrarás aquí son retazos desvaídos de la obra de Unois, una mente enferma. Muchos fueron extraídos bit a bit de un disco duro arrasado por los virus, que le fue legado al guardián del "Argos".

Inconexos, incompletos, sin sentido, pero con toda la fuerza de la inconsciencia.

No nos hacemos responsables de las posibles secuelas tras la lectura de estos "Sueños del Argonauta". A partir de aquí, tú decides. Es lo que tiene el libre albedrío.

Nadadora

Los descubrí en una de las habituales sesiones de zapping insomne a las que se entrega con fruición habitual mi anfitrión. Desde que vivimos juntos, su imsonnio es mi vida.

Nadadora es un grupo gallego que acaba de presentar su último, y mejor, trabajo. Hablaremos del miedo es una magistral combinación de personajes ordinarios en situaciones crudas con las mejores guitarras que estos oídos han escuchado desde hace mucho, aderezado con melodías a veces, sensibles, a veces oscuras y melancólicas otras. El resultado es un pop íntimo, sencillo, suave pero muy intenso.

Los que saben de esto hablan de indie, yo lo llamo incunable.

Con las guitarras como protagonistas en todos los temas, configuran melodías argumentales insuperables, como en “Tú y cuantos como tú”, canción con los que los conocí. No necesite escucharla dos veces para saber que había encontrado otra joya musical. Tampoco hubiese podido, ya que mi anfitrión es de dedos rápidos.

En “Tú y cuantos como tú” presentan unas voces que son la una para la otra, Gonzalo con esa inconfundible dejadez arrastrando las palabras y Sara dando esa consistencia que deseas escuchar. Y con una letra que te hace pensar, ¿y por qué no vamos a estar dispuestos a sorprendernos de nuevo? Una delicia.

La percusión y los teclados se apoyan perfectamente en las voces y cuerdas, como en “Después de todo”, o en "Aceptar", con Sara de lluvia de estrellas, absolutamente maravillosa. Me podría enamorar de esa voz. Sintonías melancólicas, sensibles como “Frágil”, de las que te muerde el corazón. Canciones hechas para sus voces, como en “Electricidad en el hueso”, en la que Gonzalo demuestra como la creación inversa tambien funciona en la música. Crescendos que te levantan de la silla, que convierten en inolvidable “Al final”.

Quizás el único defecto es el arreglo de voces. El técnico de grabación no debía tener claro a que darle preferencia, si a las voces o a las guitarras. La más perjudicada es “A=B=C”, un producto maravilloso, pero inacabado. En cualquier caso, este inexcusable descuido no desmerece en absoluto al conjunto. Imprescidible.

Es un disco en el que descubrirás una y otra vez matices nuevos, sutilezas escondidas en las notas, al que pides más una y otra vez. Con el he conseguido que mi anfitrión saque de una vez a Conchita del MP3.

PD: A mi anfitrión le ha entrado otra de esas necesitades vitales suyas y me ha pedido que os ponga la letra de una de las canciones más bonitas del compacto. Dice que refleja las coordenadas x,y,z y t por las que atraviesa ahora. Creo que quiere decir que ha llegado a la última etapa de Kübler-Ross, pero vete tú a saber. ¡Qué tipo más raro me ha tocado!


Aceptar

Pretender comprender, aceptar
y parar lo que nunca se para.
Yo que he sentido mis manos temblar,
sé que no, no podré morir nunca.

Pondré en mis ojos el sol invisible
como instantes sucesivos
que el tiempo no destruye.

Ahora todo se esconde detrás de la puerta,
por eso estoy viva y me muevo
y hago que vibre el corazón.

Se me ha curado la nostalgia,
no tengo proyectos para mañana.
Se me ha olvidado que ha sucedido algo,
algo que debió ser de otra manera,
algo que era importante,
que vibraba como un artilugio mecánico.
Quizás tan sólo avisaba,
me pregunto que era lo que quería decir ...
Ahora que no hay nadie aquí.

Tendré que andar,
tendré que continuar,
tendré que andar,
tendré que continuar.

Tendré que aceptar.


0 comentarios: