Terry Vance Gilliam es uno de los directores que más nos gustan. Desde tu época dorada con los Monty Python, hasta sus obras cumbre como director con Brazil, en la que un hombrecillo insignificante es enfrentado a la dureza de un gobierno burócrata y brutal, ciencia postficción delirante; ó 12 monos, en la que bajo una falsa etiqueta naif, saca al mejor Brad Pitt con la colaboración de Bruce Willis en la más alocada historia de viajes en el tiempo antes vista...
Hoy nos enfrentabamos a dos películas duras. Los avatares del destino ha provocado que mi dvdteca no se encuentre con nosotros hoy, y las únicas dos opciones son, Planet Terror de Rodriguez, el colega del insignificante tarantino con el que ha parido este bodrio llamado GrindHouse en las que aprovechan el más mínimo descuido para abusar del gore desagradable y gratuito y que tanto rechazo nos provoca. Así que, dadas las circunstancias, pasamos a la segunda opcion, mucho más sombría. Allá vamos...
Dura, subrealista, cruda, apasionada, desagradable...
Ver esta película supone un fantástico ejercicio de empatía. Precaución, su visión es sólo aconsejable para usuarios avanzados. Todo se trata de visionarla desde el punto de vista de Jeliza-Rose, una pobre niña hija de toxicómanos atrapada en una realidad tan brutalmente sobrecogedora que huye a través de sus fantasías. Si la consigues terminar, es sublime, onírica, llena de simbolismo, ... A cambio exige un estomago acostumbrado a imágenes crudas y tiernamente desagradables.
El truco ya lo relató Gilliam en su visita a San Sebastian, donde la presentó y acabó vilipendiado por juntaletras sin más oficio que destrozar sueños.
Hoy nos enfrentabamos a dos películas duras. Los avatares del destino ha provocado que mi dvdteca no se encuentre con nosotros hoy, y las únicas dos opciones son, Planet Terror de Rodriguez, el colega del insignificante tarantino con el que ha parido este bodrio llamado GrindHouse en las que aprovechan el más mínimo descuido para abusar del gore desagradable y gratuito y que tanto rechazo nos provoca. Así que, dadas las circunstancias, pasamos a la segunda opcion, mucho más sombría. Allá vamos...
Dura, subrealista, cruda, apasionada, desagradable...
Ver esta película supone un fantástico ejercicio de empatía. Precaución, su visión es sólo aconsejable para usuarios avanzados. Todo se trata de visionarla desde el punto de vista de Jeliza-Rose, una pobre niña hija de toxicómanos atrapada en una realidad tan brutalmente sobrecogedora que huye a través de sus fantasías. Si la consigues terminar, es sublime, onírica, llena de simbolismo, ... A cambio exige un estomago acostumbrado a imágenes crudas y tiernamente desagradables.
El truco ya lo relató Gilliam en su visita a San Sebastian, donde la presentó y acabó vilipendiado por juntaletras sin más oficio que destrozar sueños.
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